Para los guaraníes, octubre es un mes de pocas cosechas y donde escasean alimentos. Los aborígenes notaban que en la época en que florecían los lapachos, disminuían las reservas de alimento, ya que no había frutos que recoger en el monte y los animales estaban muy flacos por la salida del invierno, y la agricultura que hacían como ser maíz, mandioca, batata, recién se sembraban a partir de allí.
En esta región, donde la mitología guaraní sigue vigente y marca los ritos cotidianos, como la caña con ruda que se toma el 1 de agosto para alejar las pestes, el yopará que se cocina el primero de octubre, serviría para atraer los duendes de la abundancia, augurar buenas cosechas y que no falte el pan.