Del 9 al 17 de febrero próximos, en la capital del turismo entrerriano se llevará adelante la 34° edición de la Fiesta Nacional de la Artesanía con Proyección Latinoamericana. Se trata de un puente entre tradición e innovación, con medio millar de exponentes de altísima calidad.
Una feria que remontó vuelo
Muchos imaginaban, más probablemente pocos creían verdaderamente, que aquella primera feria regional de 1978 en el edificio (hoy emblemático) de La Casona y también en La Lindera del Parque Quirós; se convertiría, cuatro décadas después, en la Fiesta Nacional de la Artesanía con Proyección Latinoamericana: uno de los atractivos turísticos más representativos de Colón.
Sin embargo, un año después quedaba en evidencia la falta que hacía este espacio, cuando se inscribían nada menos que 146 artesanos para participar; obligando a la Fiesta a realizarse en la escuela Juan José Paso; adquiriendo carácter Provincial.
Hay un antecedente cercano a aquel iniciático 1978, que los buceadores de la historia de la Fiesta rescatan del olvido: se trata de pequeñas muestras, en los años 60, con stands en la Municipalidad y en la tradicional Plaza Washington que anticipaban tímidamente lo que vendría décadas después.
Provincial, Nacional y de proyección
La incorporación de conferencias y espectáculos folklóricos fue nutriendo a un evento que año tras año suscitaba mayor atención de artesanos no sólo de todas las provincias argentinas, sino también de países limítrofes.
El incesante crecimiento de la Fiesta, llevó a que en 1984 se traslade a la principal calle de Colón, la 12 de Abril, frente a la Plaza San Martín. Más, sin perder la impronta de “feria taller”, en la que los visitantes al mismo tiempo que admiraban los trabajos terminados, también veían en vivo y en directo al artesano en su labor.
Dos años después, en 1986 se la reconoció como Fiesta Nacional. Esa edición contó con nada menos que 235 artesanos. El continuo crecimiento llevó a que en 1990 se volviera a trasladar para contar con un emplazamiento más cómodo. Esta vez, el sitio elegido fue el imponente Parque Quirós, emblema natural de Colón, que albergó a un número mayor de expositores y de público.
Entre 1995 y 2005, se le dio un sitial de honor en la fiesta a los rubros participantes, homenajeándoles año por año a cada uno y denominando a la Fiesta en cada edición con una referencia precisa y directa a cada una de las ramas de la artesanía.
En 2010 se entregaron recordatorios a los impulsores de la Fiesta y a los artesanos con asistencia perfecta, al conmemorarse la edición número 25.
Del 9 al 17 de febrero próximo, se lleva adelante la trigésimo cuarta edición de esta Fiesta que no sólo es Nacional, sino que también tiene proyección Latinoamericana al reservarle el diez por ciento de los lugares a artesanos del continente.
Colonos pioneros
El departamento Colón llegó a tener 450 artesanos hilanderos, plateros, cesteros; gente que trabajaba asta y hueso, cuchillería, la piedra. Colón está fundado en piedra, suelen decir algunos. En rigor, se señala a las corrientes migratorias de la segunda mitad del siglo XIX como forjadoras de los primeros oficios artesanales en la zona.
Se suele citar a los suizos franceses que se instalaron en San José, como fervientes trabajadores de la armería y la piedra, que recogían de las márgenes del Río Uruguay.
Tal es así que para la imponente Basílica de Luján, se contó con piedra caliza de Colón. El Padre Jorge María Salvaire, quien el 21 de noviembre de 1889 elevó la solicitud al Arzobispo de Buenos Aires para emprender esta grandiosa obra, hasta mayo del año siguiente construyó galpones, instaló maquinarias, llevó adelante perforaciones, habilitó hornos de ladrillos y compró una cantera de piedra caliza en Colón, para poder contar de principio a fin con este material entrerriano para la Basílica. Las crónicas cuentan que el material fue enviado en barcos por el Río Uruguay hasta Buenos Aires y desde allí a Luján en tren.
Un oficio entre las manos
Trece son los rubros que expone, en toda su diversidad, el medio millar de artesanos que arriba por Colón cada febrero. “Los rubros auténticos”, según le llaman los más apegados cultores de estos oficios: fibra vegetal, cerámica, madera, metal, cuero, textiles, asta y hueso, instrumentos musicales, piedras, vidrio, imaginería, papel y cartonaje y juguetes.
La Fiesta de la Artesanía se ha sostenido en el tiempo y ha crecido de manera exponencial porque ha sabido abrir el juego a talleres, conferencias y el cruce con la música popular. Y también porque se ha arriesgado a resignar cantidad de expositores en pos de una búsqueda de excelencia, que hoy es una marca distintiva.
Cada artesano debe pasar por una rigurosa selección ante un jurado que termina dando su veredicto, escogiendo al medio millar final. Asimismo, los miembros del jurado, durante el año recorren ferias seleccionando invitados especiales para la Fiesta.
Se entiende a la artesanía no sólo como un producto elaborado con las manos, sino como fruto de un oficio: una técnica estudiada y trabajada por años. Un saber que se ha adquirido de un maestro y que tiene una historia detrás.
Es por eso que las llamadas manualidades o los productos de reventa no tienen un lugar de privilegio en esta Fiesta. Entienden algunos artesanos de la vieja guardia que sería más fácil si en lugar de focalizarse en la calidad, se jerarquizara lo “comercial”. Más saben profundamente que si cada año miles de personas llegan por Colón para esta Fiesta es, precisamente, porque lo más tradicional y lo más innovador de este oficio se hace lugar entre sus stands.
El del artesano es un oficio vivo que se reafirma con el trabajo y con el estudio, y que se incorpora como elemento vital cuando se trasciende. Cuando a través de un maestro, se ramifica en nuevos discípulos que lo incorporan a su quehacer diario.
Más información y Consultas
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