La lenta corriente fluvial del Salado discurre por el eje de este sector de la Pampa. A fines del siglo XVIII, se firmaron cierto tipo de tratados de paz entre las tribus indígenas que deambulaban por la zona: Querandíes, Pampas, Mapuches y Ranqueles por un lado;  y las autoridades virreinales por el otro, documentos que establecían al Río Salado como frontera.

Sin embargo con el paso del tiempo, incipientes poblaciones rurales, se fueron instalando para dominar nuevas zonas. De allí la necesidad de instalar fortines, ya que paso a paso los ataques indígenas eran frecuentes. Puestos militares y pueblos cercanos a las lagunas fueron zonas que primero se eligieron. Con el tiempo y el desarrollo de las ciudades, se implemento el concepto de ocio y recreación, logrando nuevos objetivos como el esparcimiento, el descanso, placer, en una palabra el desarrollo del turismo.

Se gesto la idea de aprovechar estos espejos de agua sobre todo para la pesca deportiva, en general el pejerrey. Las elevaciones serranas de la zona han sido desde los más lejanos tiempos destino elegido para realizar actividades deportivas que hoy se conocen como turismo aventura: cabalgatas, rappel, escaladas en roca, mountain bike, vuelo en planeador y hasta paracaidismo.

Estas inquietudes del turista se acompañaron con equipamiento gastronómico de diversa clasificación con oferta de cabañas y campings. Muelles y balnearios juntamente con otros servicios completaron las necesidades del visitante.

HOY este producto es un HECHO JUNTOS POR SU NATURALEZA.

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