Año tras año, cientos de personas se entregan a la dulce y maravillosa tarea de conquistar el volcán Lanín en Junín de los Andes. Desde la cúspide de este gigante, se pueden observar: lagos, montañas, valles y volcanes de Argentina y Chile.
La adrenalina se percibe, flota en el aire, recorriendo en silencio, las calles de una Junín de los Andes que no sabe de apuros, pero sí de atenciones, paisajes y amables modales de todos sus habitantes. Un grupo de personas de todas partes del mundo, comparte un café, ensayando en el cielo, la increíble experiencia que están por comenzar a vivir.
“El día previo a la salida por la tarde nos reunimos para chequear el equipamiento que cada uno tiene o si no lo tienen recibirlo de parte nuestra, en las oficinas de Junín de los Andes. Nos fijamos que las cosas sirvan y estén en condiciones”, relata Andrés Holzmann, propietario de la agencia especializada en el coloso neuquino.
Conquistar la cumbre del volcán Lanín, puede encuadrarse como una expedición de montañismo de dificultad técnica baja o media, pero exigente desde el punto de vista físico. Es recomendable únicamente para gente con buen estado físico o entrenamiento específico para este tipo de actividades, no es necesario ningún conocimiento de montañismo o técnico antes de comenzar la salida.
Al día siguiente, por la mañana se parte hacia Tromen, la base del Lanin. Allí, luego de terminar con el registro, cada pasajero recibe el equipo técnico y la comida. Unos minutos después, comienza la caminata. Hasta el primer refugio, se pueden demorar entre 4 y 5 hs. El ritmo es lento y constante, y se descansan 15 minutos, después de cada hora de ascenso. Al arribar al refugio, en los domos que dispone la empresa, se reponen energías, se regulan grampones y se organizan entre risas y ansiedades, los detalles para el próximo día.
El día de cumbre nos levantamos entre las 2 o 3 de la mañana, dependiendo de la época del año, el estado de la montaña y el clima: Desayunamos, nos abrigamos y comenzamos el ascenso. En este segundo día los tramos a caminar son mayores y con más inclinación, las primeras 3 horas desandaremos la huella de noche. Aproximadamente, cuando estemos en los 3.000 metros estará amaneciendo y contemplaremos seguramente uno de los mejores amaneceres de nuestras vidas”, confía emocionado Andrés, quien carga sobre su espalda, la increíble experiencia de haber conquistado el Lanín decenas de veces, con cientos de turistas.
Ya después de los 3.000 metros y con el sol calentando nuestros rostros nos dirigimos hacia la segunda parte del ascenso. Encaramos con energía, y envalentonados por el apoyo de los compañeros de aventura la canaleta del silencio, y luego de la rimaya, vamos hacia la cumbre del volcan. La cumbre es una experiencia fantástica, ya que después de todo el esfuerzo que hicimos para llegar podemos apreciar de una excelente vista en 360 grados. Desde la cúspide, se puede observar los lagos, Tromen, Quillen, Huechulafquen, Epulafquen y Paimun. También los gigantes chilenos como el Villarrica, el Quetrupillan, el Osorno, el llaima, el Mocho Choshuenco y el Volcan Puyehue.
“El Lanín es una montaña y una experiencia que genera un antes y un después en la vida gente”, sentencia Holzmann, mientras pertrecha los equipos de los hombres y mujeres que por primera, de su mano, dominan extasiados de gloria el inmenso cielo de la Patagonia.
Este ascenso se puede realizar desde fines de septiembre a finales de abril. El verano es la época más templada y con menos nieve. Durante el ascenso, la empresa Alquimia Viajes, brinda los siguientes servicios: guía de montaña, todas las comidas, transporte, seguros, servicio de domos, grampones, piqueta, polainas, bastones y casco. También se pueden alquilar botas, cubre pantalón, campera, guantes, mochila, bolsa de dormir y aislante.
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