El homenaje, organizado por el programa Pueblos Indígenas, de la Subsecretaría de Promoción de Derechos Culturales y Participación Popular, contó con la presencia de la artista mapuche y directora Cultural de Pueblos Originarios, Luisa Calcumil, y Taty Almeida, madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, y fue encabezado por la locutora Sandra Ceballos.
La actividad comenzó con el emocionante reconocimiento a cuatro Abuelas Madres de los Pueblos Originaros. Se trata de Afra Ortiz (qom), oriunda de Sombrero Negro, Formosa y Josefina Aragón (colla), de Maimará, Jujuy, quienes estuvieron presentes; y Lucerinta Cañumil (mapuche), nacida en Chenküz Nilleu, Río Negro, quien, con 90 años, no pudo acudir al acto y fue representada por Nora Anabella; y Cristina Calderón (yagán), única hablante del idioma nativo, que recibió el homenaje a través de Mónica Alvarado.
Las Abuelas Madres, quienes protagonizaron una breve introducción artística, se presentaron en su idioma nativo y agradecieron la distinción. Josefina Aragón manifestó su orgullo y gratitud con los organizadores: “Gracias por querer revalorizar esta cultura. A mí me encanta trabajar con esta cultura porque es donde nací. No la queremos borrar, no la queremos perder, y seguiremos luchando para que siga creciendo”.
Por su parte, los niños de La Huella del Sur realizaron una demostración artística del juego palin, deporte ancestral de los pueblos originarios, y junto con los acróbatas Ismael Sandillu y Nahuel Tiringuer, lograron plasmar, a través del juego, la danza y las acrobacias, un colorido urdimbre de telar.
El arte del tejido también fue protagonista de la velada, y para ello se invitó a reconocidas artesanas que mostraron sus hermosas obras: Antonia Ancao y su madre Isabel Huenchul, de la comunidad mapuche (Neuquén); Anselma Rodríguez por el pueblo wichi (Tucumán); Isabel Angélica Vilte, de origen colla; y Rosita Ñancupé, del pueblo mapuche (Río Negro). Los lienzos se lucían mientras la cantora catamarqueña Nadia Larcher interpretaba un emocionante llamado a las tejedoras.
Rápidamente, ingresaron las mujeres danzantes de la Comunidad Qom de Pampa del Indio, Chaco, quienes con sus trajes típicos y colores radiantes llevaron a cabo la Danza de las Madres Cuidadoras de la Cultura.
De firma impensada, un armadillo gigante, o quirquincho, creado con la técnica de cestería qom-wichi, asomó desde uno de los laterales y recorrió el espacio imitando sus movimientos y sonidos característicos. La figura fue creada por la cestera qom Silveria Liva y la artista Laura Scorpaniti, para honrar al animal, mítico y amparador para los pueblos originarios.
La última presentación fue encabezada por el grupo de sikuris Uqhamaulos, que realizó una ofrenda ejecutando instrumentos nativos, como el moseño y el pututo o caracol. Luego, todos los participantes se pusieron de pie y juntos, con los brazos al cielo, pidieron por “territorio, agua y medio ambiente”.
Sobre el final, se destacó el trabajo de Luisa Calcumil, quien recibió un presente de manos de su hijo y musicalizador del evento, Matías García Calcumil. Nuevamente, Parodi agradeció a la artista por haber llevado adelante un “homenaje a la historia más honda de nuestra América”.
“Tu trabajo siempre ha sido de una honestidad artística y un compromiso con la ética tan emocionante que el pueblo argentino tiene que agradecerte mucho el acercarnos, abrir las puertas para entrar en esta cultura que amamos y respetamos, y que hoy tiene más derechos que nunca por la mirada de este proyecto de país, que nos incluye a todos”, concluyó la ministra.
Calcumil, por su parte, explicó que la iniciativa buscaba “dar una señal de reconocimiento en este tiempo político, histórico que el país está viviendo”. “Queríamos decirle a nuestros hermanos que tenemos reconocimiento, que tenemos conciencia de clase, que sabemos de dónde venimos y a dónde vamos. Por eso, no perdemos nuestro origen humilde y trabajador, y aquí estamos para embellecer este tiempo, para apoyarnos entre todos, y para seguir caminando a la par”, finalizó.