A 72 km de Purmamarca hacia el oeste, a la vera de la Ruta Nacional 52, por el mismo camino que llevará kilómetros más adelante al paso fronterizo de Jama, las inquietantes Salinas Grandes conforman uno de los paisajes más bellos de la Puna, vecina de la deslumbrante Quebrada de Humahuaca. A 3.550 m.s.n.m. el azul celeste del cielo se confunde con el blanco luminoso de las Salinas. Los colores de los cerros se pierden en la lejanía. Solo unos pocos animales, algunas llamas, un par de burros, se dejan ver al costado del camino. Como de repente, en el horizonte asoma, enceguecedor, un desierto blanco. Sobre el piso salitroso, hexágonos perfectos se dibujan como cuadros. Las piletas celeste turquesa resultan oasis impensados. El juego de luces, aún en los días nublados, invita al juego de la fotografía.10.000 años atrás el sitio fue un lago de agua dulce, pantanoso y de gran vegetación. Hoy, es un espejo de sal de más de 12.000 hectáreas en el que un curioso Restaurante de Sal espera a los viajeros junto a los artesanos del salitre.
IMPORTANTE: Para disfrutar de esta experiencia en las alturas sin inconvenientes se recomienda al viajero llevar abundante agua para todo el trayecto -recuerde que la escasez de oxígeno aquí es la regla-; y, especialmente para la estadía en las Salinas, lentes de sol, sombrero, pantalla solar, pantalones largos y abrigo. El sol ‘quema’, pero el viento sopla fuerte y las bajas temperaturas suelen apropiarse de este desierto blanco.
Fotos: Argentina.travel