Por Lic. Leandro Peres Lerea
@pereslerea
El título de esta nota está sacado del versículo del libro de Los Proverbios, escrito por el Rey Salomón. En este caso lo vamos a utilizar con un sentido literal adaptado a lo que nos compete, el marketing aplicado al turismo.
El turismo religioso tiene como motivación principal a la fe. En la actualidad las ciudades santas que históricamente han sido objeto de peregrinaje -como Jerusalén, La Meca o Roma- siguen siendo importantes puntos de referencia turística.
El sector tiene gran preponderancia en Europa -donde se calcula que más de quince millones de personas realizan algún tipo de turismo religioso. Jerusalén recibe más de seis millones de turistas al año. La Meca según estadísticas recibe tres millones de personas durante la peregrinación.
Vamos por partes, en principio se entiende al turismo religioso como algo meramente relacionado con visitas a lugares sagrados. Al recorrido testimonial por espacios histórico religiosos por parte de los fieles de cada religión, visita a santuarios o lugares sagrados como a las peregrinaciones, además, visitas a tumbas de santos, asistencia y participación en celebraciones religiosas. Pero el turismo religioso aún tiene mucho para dar y no se explota. Hay quienes suman dentro de este segmento a las canonizaciones, visitas a líderes religiosos, congresos eucarísticos, años santos, etc. El tipo de viajes de este sector suele corresponder a estancias cortas, de tres o cuatro días.
Como es sabido el turismo religioso mueve multitudes en todo el mundo. Es quizás el segmento especializado que viajeros convoca. Latinoamérica, China, India, Europa, no hay región que no tenga un producto turístico para explotar.
En Argentina existe en cada provincia un Santo, Virgen, Patrón que genera mucho movimiento. El problema radica en que en general ese movimiento no es aprovechado para explotar aún más la industria turística local.
El hecho de tener un lugar donde haya sucedido algo importante para una o varias religiones es una cuestión de suerte. Cualquier ciudad que así lo tenga bienvenido. Incluso en algunos casos la ciudad se formo alrededor de este santuario. Pero lamentablemente este hecho fortuito no esta aprovechado como una oportunidad económica que agregue valor para que los visitantes extiendan la estadía.
En general esos visitantes pasan muy poco tiempo en el destino y gastan muy poco per cápita. Así lo indican las estadísticas. Por ejemplo Lujan recibe dos millones de turistas por año y eso no ha logrado crear hoteles, propuestas y actividades alrededor del hecho de la visita a la capilla en sí. Si tan solo consiguieran que un 10% de los visitantes pernocte en la ciudad, el resultado sería de altísimo impacto para la ciudad. Hagan números.
Cada provincia tiene su santo y en cada caso vemos una situación similar a la de Lujan. Mucha cantidad de feligreses llegan al lugar y no existen propuestas complementarias para lograr un mayor gasto per cápita asociado a esa peregrinación.
La otra veta relacionada al turismo religioso es aquella que se dedica a customizar fechas, destinos y demás para aquellas necesidades relacionadas a prácticas religiosas. En ese caso podemos mencionar a judíos, musulmanes, adventistas que no tienen propuestas ad hoc pensadas para su dieta religiosa, sea kosher o halal, lugares de rezo para todos los días. Y cualquier otra adaptación que se nos ocurra. No hay propuesta de ninguna índole pensada para esos públicos por el clásico desconocimiento del mercado de aquellos encargados de marketing que no investigan y preparan propuestas pensando en que el clientes.
La Ciudad de Buenos Aires hace unos años desarrollo Buenos Aires Kosher, una experiencia de capacitación para el trade turístico enfocada en captar al público kosher en hoteles y demás. El resultado fue un éxito.
Cada Secretario, Ministro de turismo, Bureau o cámara deben implementar este tipo de propuestas cuanto antes. El público está solo faltan ideas puestas en acción en vistas a incrementar el ingreso económico de cada destino. Manos a la obra.