El 10 de noviembre de 1985 las altas precipitaciones y obras inconclusas en la regulación de canales provocaron la inundación de Epecuén que llegó a su pico máximo luego de dos años; lo que generó que sus más de 1.000 residentes perdieran todo y que el pueblo quedara en ruinas.
Además, se recrearon «las tardecitas de tango» en una esquina representativa del lugar donde el bandoneonista Alfredo Ércoli solía presentarse, en un escenario improvisado entre los escombros al que agregaron luces de colores y mesitas para que la gente recordara el espectáculo cuando el pueblo tenía vida.
La laguna de Epecuén se desarrolló como destino turístico desde su fundación en los años 20, y es famosa en el mundo por contener propiedades curativas al contener sus aguas más de 100 gramos de sal por litro, sólo superado por el Mar Muerto.
Durante la conmemoración también se presentaron unas placas de madera que se sellaron en las ruinas para distinguir cada hogar o comercio, en un símbolo de «memoria y posteridad» para todos los que visiten el pueblo; y además se colocaron los carteles con los nombres de las calles.
En el 2014 Epecuén fue declarada monumento histórico provincial, y cada intervención que se realiza en el pueblo es consultada con los antiguos residentes al tratarse de un tema con «alta sensibilidad»; expresaron las autoridades municipales.