Sentí Argentina

Recorriendo La Toscana

La encantadora ciudad de Montepulciano a la distancia.

FERNANDO 150x150Por Fernando Armesto.

La Toscana enamora, encanta, fascina. Sus paisajes, pueblos, ciudades, gastronomía y vinos tienen encanto, cautivan.

Andar por las rutas toscanas conlleva enamorarse a cada paso. Cada lugar, cada rincón merece ser fotografiado, inmortalizado. Las retinas retienen imágenes inolvidables, encantadas, llenas de colores y belleza.

Vista panorámica de viñedos y olivares en Montalcino.
Las laderas cultivadas con vid, los girasoles, los castillos que se pueden divisar en las cimas de los montes. Pueblos enteros eregidos a lo alto, amurallados para prevenir ataques en otros tiempos…
Sin duda, pensar en La Toscana es pensar en ciudades con historia, con tradición, con acervo cultural. Florencia es una ciudad encantada. Recorrer sus calles nos reasegura que gran parte de la historia transcurrió allí. Obras de arte esculpidas en mármol están exhibidas en sus plazas, turistas y locales pueden disfrutarlas sólo con caminar alrededor del centro histórico. Dentro de la Galería de la Accademia, está EL símbolo de arte en Florencia, poder ver el David en persona es emocionante, cautivante, inolvidable. La Galería además ofrece una exposición permanente y otras itinerantes que son dignas de dedicarles tiempo y atención. El Ponte Vecchio es otro icono Florentino, símbolo del romanticismo que inunda la ciudad y puente de piedra más antiguo de Europa. Sus típicas casas colgantes, anteriormente ocupadas por matarifes y en la actualidad por orfebres y joyeros son una postal típica de Florencia. Su catedral, el baptisterio, la plaza del Duomo, todos son citas impostergables.
Una de las pintorescas calles de Montepulciano.
Siena es otra ciudad que enamora, que maravilla. Su Piazza del Campo, donde se celebra el famoso Palio (histórica carrera de caballos en la que se trata de ganar el estandarte de la Virgen) año a año atrae a cientos de turistas todos los días. El Palazzo Pubblico medieval y la torre del Mangiante con 102 metros de altura son otro punto ineludible al igual que la Catedral de la ciudad (Duomo) y la pinacoteca donde se encuentran valiosas pinturas sienesas.

Fuera de los muros de la ciudad, a unos pocos kilómetros se puede visitar el pueblo medieval de San Gimignano o pueblos que parecen detenidos en el tiempo como Montepulciano con sus calles empedradas, sus subidas empinadas y todo el pintoresquismo de una típica ciudad Toscana, sus casas, locales, restaurantes y cafés invitan a pasar y disfrutar las vistas que ofrecen.

Otro pueblo digno de visitar es Montalcino, sus calles peatonales están llenas de historia y encanto. La zona es famosa por sus vinos. Mi corazón de Sommelier pudo más durante mi visita a Toscana y visité una pequeña bodega (cantina en italiano), donde también tuve la suerte de alojarme ya que es una encantadora hacienda agrícola con pocas habitaciones, atención personalizada y hermosas vistas de la zona. El joven matrimonio argentino conformado por Agustin Sabaté y Fernanda Araneo regentean este acogedor reducto.

Nuestro cronista durante su recorrido en Bodega Le Ragnaie.
Bodega Le Ragnaie (nombre que recibía una gran red que se utilizaba para cazar pájaros en la zona) elabora tres tipos de vino: Rosso, Brunello y Chianti y en ocasiones especiales Selecciones de añadas o parcelas.

Las uvas provienen de distintos cuarteles. Los vinos Brunello se elaboran con uvas que provienen de dos viñedos distintos: Vigna Vecchia y Fornace, estas son viñas de entre 30 y 35 años de antigüedad ubicadas a 450 metros sobre el nivel del mar que tienen plantadas las variedades Trebbiano, Malvasia y Sangiovese. Los Brunello se comercializan en 12 países entre los que se destacan China, Japón, Australia, Estados Unidos y Canadá.

Le Ragnaie cuenta con dos mesas de selección manual en las que seis personas se aseguran la utilización de uvas de calidad.

Durante mi visita a la bodega bajo la guía de Agustín Sabaté, pude ver los tanques de cemento donde maceran los vinos durante 15 a 18 días para la línea Chianti, 25 a 28 días para la línea Rosso y entre 45 y 50 días para los Brunello, símbolo imborrable de la zona de Montalcino.

Interior de una de las salas de vinificación en Bodega Le Ragnaie.
En estos tanques de cemento también se llevan a cabo las fermentaciones con levaduras indígenas, propias de las uvas, y se realizan remontajes manuales. Los vinos luego son prensados y pasan a su etapa de crianza en roble. La línea Chianti reposa 12 meses en contacto con la madera, la línea Rosso 24 y la línea Brunello 3 años. La bodega también elabora aceites de oliva con las variedades Morelino y Moraiolo y una grappa.

Con la guía de Agustín, quien está al frente de la bodega desde hace diez años, pude degustar vinos de las distintas líneas y añadas que se elaboran en Le Ragnaie: su vino Chianti 2012 está elaborado 100% con uvas Sangiovese y a la vista presenta un color rojo rubí, en nariz se pueden detectar aromas a moras algo cocidas y dejos torrefactos típicos de su paso por madera. En boca tiene una acidez viva con taninos que marcan su presencia y una persistencia gustativa media.

Tanques de concreto utilizados en Bodega Le Ragnaie.
Es un vino ideal para acompañar un plato de pastas con una salsa bolognesa. También degusté el Rosso 2012, elaborado con uvas provenientes de Montalcino. A la vista permite ver unos reflejos de color teja. Su aromática tiende a las frutas negras y al abrirse también ofrece frutas secas (almendras). En boca la acidez y los taninos están integrados con un final un tanto mineral. Tomaría este vino con una carne asada o con unas pastas con salsas contundentes. La degustación de Brunellos fue completa: pude probar los Brunello 2006 y 2008 Assemblage de 4 viñas y el Brunello 2009. Vigna Vecchia, los colores varían según la añada, siendo los reflejos salmón y teja los predominantes. En nariz los Brunello ofrecen una paleta de aromas que van desde frutas cocidas, casi mermeladas, confitura, merengue hasta flores, notas torrefactas y terrosas.
Mercado de verduras frescas en Montalcino.
En boca son untuosos, corpulentos con taninos redondos y amables, domados por su largo tiempo de descanso en roble de Eslavonia. La compañía ideal es un maridaje local, un completo antipasto con prosciutto, queso pecorino, tomates cherry (que tienen gusto, casi como bombones para los golosos!), basílico, y más y más quesos, frutas secas y fiambres varios.

Visitar la Toscana es enamorarse de su gente, de sus paisajes, de sus comidas y sus vinos. Todavía no la conocés? A comenzar a hacer las valijas y planear este recorrido que promete puro disfrute y placer!

Fernando Armesto es sommelier profesional bilingüe. Docente y graduado en la Escuela Argentina de Vinos (EAV) reparte su tiempo guiando catas en Inglés y Castellano en forma freelance para distintas bodegas. Ante cualquier consulta, podés contactarte con él a: fernandoarmestosommelier@sentiargentina.com

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