Por Luciana Ferrari.
A madrugar se ha dicho. A las 7 de la mañana en punto arranca la aventura, comienza en la estación Salta, donde los pasajeros abordamos los micros en los que vamos a recorrer Campo Quijano, Gobernador Solá, El Alfarcito, las quebradas de las Cuevas y del Toro y la llanura de Muñano, hasta San Antonio de los Cobres, donde se aborda el tren para recorrer el tramo final hasta La Polvorilla.
Seguimos a la Quebrada del Toro, donde comienza el camino de ripio, luego de pasar bajo el primer viaducto, de unos 250 metros de largo y que une Campo Quijano con Aguas Blancas.
La quebrada forma parte del sistema de cañones de los Andes del noroeste que descienden de la cara oriental de la Puna de Atacama, desde alturas que superan los 5000 metros, hasta alcanzar los valles inferiores, donde se forma el Cañón del Toro.
El cañón, tiene una extensión de 90 kilómetros, está rodeado por sierras que se elevan por encima de los 4000 metros, como en el caso del Nevado de Chañi, a los 4500 metros.
El trayecto terrestre del Tren a las Nubes continúa en la quebrada de Yacoraite, un poblado de imponente belleza paisajística dominado por el río del mismo nombre y por el conocido cerro De la Pollera, que atrae a miles de turistas.
Una iglesia de paredes blancas que contrasta con los profundos verdes de los álamos y el azul del cielo, son las imágenes que dominan este pequeño lugar donde funcionan una escuela primaria y otra secundaria para los chicos de toda la quebrada, además de una fundación que se encarga, junto con el gobierno provincial, del mantenimiento de ambos establecimientos.
El sitio arqueológico de Tastil, que junto a su museo forman parte del Sistema Vial Andino o Camino del Inca, es uno de los más grandes de Argentina y se calcula que llegó a albergar a más de 3000 personas.
La parte final del recorrido del Tren a las Nubes, que se realiza en ferrocarril, arranca en San Antonio de los Cobres, a 3700 metros de altura, y finaliza en el viaducto La Polvorilla, una imponente obra construida entre 1930 y 1932, de 224 metros de largo y 64 de alto, que corona un paisaje lleno de colores y texturas típicas de la Puna.
FOTOS: Luciana Ferrari para @Sentiargentina