lunes , 16 septiembre 2024
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Tucumán: Una experiencia gastronómica con ADN: el panchuque.

Suele decirse que conocer un país, una ciudad o incluso un pequeño pueblito perdido en el mapa va mucho más allá de recorrer sus sitios turísticos famosos y tomar fotos en los museos. Se trata de poder tener una experiencia inmersiva de la idiosincrasia de su gente, sus costumbres y, por supuesto, de sus sabores más característicos.

Tucumán no es la excepción a la regla y, con solo transitar un poco por las calles del centro de la capital es fácil darse cuenta de ello. Entre el bullicio inconfundible de la gente y las coloridas vidrieras que invitan al transeúnte a comprar, sobresale un aroma particular y, por sobre todo, muy tentador. Es que, escondido entre las célebres empanadas y los sabrosos sándwiches de milanesa se encuentra un diamante en bruto de la gastronomía tucumana: el panchuque, un plato popular que disfrutan grandes y chicos.

Probar el panchuque en Tucumán es parte de la tradición, y se puede saborear a toda hora. Los numerosos puestos y kioscos que lo venden ya componen el paisaje céntrico, y el panchuque en sí, lleva consigo nuestra identidad y le compite al praliné como bocado de mañana o tarde.

Cruza perfecta entre un pancho o hotdog y un panqueque, comprarlo para comer al paso en medio del trajín o mientras se da un paseo es toda una experiencia en la que, además, nos convertimos en espectadores vip de su elaboración. Sus ingredientes son harina leudante, leche, huevos, sal y pimienta con los que se obtiene una mezcla similar a la del waffle. A esta preparación solo resta sumarle la salchicha y, una vez cocida en la máquina panchuquera, coronarla con los infaltables aderezos: mayonesa, mostaza, kétchup y salsa golf. Algunos valientes también se animan a una lluvia de papas fritas y las salsas más extravagantes.

A pesar de ser imitado por otras provincias, el panchuque tiene ADN 100% tucumano y es aquí donde se puede degustar el “auténtico”. Ni alta cocina ni gourmet, es sumamente económico y en minutos tenemos en nuestras manos este manjar a la vez suave y crocante que provoca un goce inmediato para continuar el día.

Sin dudas, conocer Tucumán es recorrer sus valles y cerros, disfrutar de su vida nocturna y, ¿por qué no?, quedarnos siempre con las ganas de regresar para saborear una y otra vez su plato callejero por excelencia: el panchuque.