La diversidad religiosa tiene una larga tradición en la provincia de Misiones. Las misiones jesuíticas guaraníes constituyeron una experiencia social, cultural y religiosa única en su tipo.
En esta región, entre los años 1609 y 1768, se vivió una de las más emocionantes historias de la humanidad.
La región Jesuítica-Guaraní, formada por treinta pueblos, nucleaba a miles de aborígenes que se dedicaron a la agricultura y la ganadería, alcanzando un elevado nivel social y tecnológico.
De aquellas “reducciones” quedaron las riquezas arqueológicas, la escultura, el trazado de las ciudades, la historia contada en museos, centros de cultura y universidades, misterios presentes que conforman el Circuito Internacional de las Misiones Jesuíticas. Testimonio de aquellos tiempos son las reducciones de Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto, San Ignacio Miní y Santa María la Mayor.
En la primera mitad del siglo XX, los primeros inmigrantes que llegaron a nuestra Provincia le dieron un inconfundible sello universalista y plural a la región.
Ellos buscaban un horizonte de oportunidades, sosiego y respeto donde forjarse un futuro nuevo, y aquí lo encontraron. Llegaron con sus tradiciones, su lengua y, fundamentalmente, su fe. Hoy, religiones de todo el mundo pueblan la provincia de Misiones.
Una multiplicidad de fiestas religiosas, creencias y devociones populares surgieron en todo el territorio y la provincia de Misiones, muchas de las cuales se han convertido en estos últimos años en un fenómeno turístico provincial, nacional e internacional.
Iglesias, monumentos y festividades religiosas forman parte de diversos circuitos, así como lugares de peregrinación y devoción popular. Se destacan las fiestas patronales y la Peregrinación al Cerro Monje, en la localidad de San Javier, entre otras.