Durante el verano, la gente disfruta de estar bajo el sol y aumenta el tiempo y sus actividades al aire libre. Sin embargo, la luz solar tiene un lado peligroso: puede dañar la piel e incluso los ojos. Por eso, para minimizar los riesgos, existen medidas relativamente simples que permiten así continuar disfrutando de los efectos saludables del sol.
Es importante educar a los niños en estos temas. Se busca fomentar la formación sanitaria en los colegios de modo tal que ellos contribuyan a la divulgación de estos conocimientos en el seno familiar.
Razones para cuidarse
Los rayos ultravioleta (UV) son un componente invisible de la radiación solar que pueden penetrar la piel y dañar las células. Las quemaduras de sol son un signo de ese daño en la piel.
El bronceado tampoco es saludable, ya que aparece después que los rayos del sol ya mataron algunas células y dañaron otras. Los rayos UV pueden causar lesiones en la piel durante cualquier estación del año y a cualquier temperatura. También pueden causar problemas en los ojos, arrugas, manchas en la piel y ciertos tipos de cáncer de piel.
Los dos tipos que suelen ocasionar daños en la piel son los ultravioleta A (UVA) que afectan las capas profundas de la piel y los ultravioleta B (UVB) que dañan las capas externas y causan quemaduras. La mejor manera de disminuir el riesgo de cambios cutáneos es proteger la piel del sol. Esto incluye el uso de filtros o protectores solares y otras medidas de protección.
LOS RAYOS ULTRAVIOLETAS A Y B CAUSAN DAÑOS EN LA PIEL
Recomendaciones por edad
Para dividirlo en edades, a los padres primerizos de niños menores de un año se les aconseja que eviten destinos vacacionales en lugares muy expuestos al sol, como la playa. En su lugar, el doctor Laffargue recomienda elegir destinos en los que el menor pueda estar protegido de la radiación solar casi de forma constante, como en una quinta.
Es necesario respetar los horarios indicados para la exposición solar y evitar aquellos en los que la radiación es más fuerte. Si las personas se encuentran en una zona expuesta al sol en la franja horaria de mayor riesgo, entre las 10 y las 16 hs, es importante reforzar las medidas de protección como el uso de gorros, lentes, protector solar, remeras y buscar lugares donde haya sombra. «Si en ese horario estamos en la playa, podemos hacer una pausa para ir a comer, pero es fundamental protegernos en ese horario», destacó el Dr. Laffargue.
Es importante que los más pequeños tengan protección constante en la playa
«Con los chicos más grandes y los adultos se deberían mantenerse las mismas prácticas. Es como cuando uno se acostumbró a lavarse las manos y los dientes y luego mantiene esta práctica durante toda su vida. Entonces, cuando uno incorporó desde pequeño conductas como ponerse protector solar media hora antes de exponerse al sol y volver a aplicar cada dos horas, también es una rutina que se mantendrá de por vida», agregó. Esto permite reducir los riesgos a futuro de transformación de lesiones malignas en la piel.
«Tengo que recordar que estamos viendo transformaciones malignas como epiteliomas, carcinomas y melanomas en gente cada vez más joven. Es una verdadera pena que esto suceda, sobre todo cuando se trata de algo que somos capaces de prevenir\», puntualizó el especialista.
Piel y protectores
Según destacó el doctor Laffargue, los protectores solares han sido un gran avance en los últimos 30 años. Hoy existen protectores, filtros y verdaderas pantallas. Para elegir entre todas las opciones disponibles la más adecuada es importante «saber cuál es mi piel».
Por otra parte, de acuerdo con el especialista, aquellas personas de tez más morenas, como quienes tienen piel de fototipo 6, ya tienen una discreta protección natural por lo que las medidas de cuidado serían menores aunque siempre es necesario protegerse de la radiación solar.
ES IMPORTANTE CREAR UNA RUTINA CON LA APLICACIÓN DEL PROTECTOR SOLAR
Niveles de protección
Los protectores solares se clasifican según el factor de protección solar (FPS), un número que identifica la acción contra los rayos UV de acuerdo con el tipo de piel. Hoy es habitual hablar del valor de los factores de protección, si es de 30, 40, 50 o más. Se supone que a mayor FPS, mayor defensa. Como aproximación, se considera que el FPS es el número de veces que el producto aumenta la defensa natural contra la radiación solar.
De acuerdo con la ANMAT, los protectores se encuadran, a modo de orientación, de la siguiente manera:
Protección baja (FPS entre 6,0 y 14,9): para piel poco sensible a la quemadura solar.
Protección media (FPS entre 15,0 y 29,9): para piel moderadamente sensible.
Protección alta (FPS entre 30,0 y 50): para piel muy sensible.
Protección muy alta (FPS entre 50 y 100): para piel extremadamente sensible.
Sin embargo, según el especialista, desde el punto de vista de la evidencia científica no existe mucha diferencia en el nivel de protección superado el factor 20. «Esto se debe a que todos los protectores caducan su efecto a la hora y media o dos horas luego de haber sido aplicado», señaló el doctor Laffargue.
Esto quiere decir que es importante repetir la aplicación de los protectores solares, por lo menos cada dos horas durante la exposición al sol. «Esa es la verdadera protección».
«Ponerme un ‘protector 70’ no quiere decir que tenga el triple de protección que si usara una crema factor 20, como tampoco significa que su efecto me durará el triple. A las dos horas también deberé repetir la aplicación», completó el experto.
De no atenderlo con la precaución necesaria, el sol puede ser el peor enemigo.
Sol y herpes
Además de evitar daños en la piel, el uso de protectores solares permite minimizar los brotes de herpes labial. Se trata de una afección muy común, causada por el virus herpes simple, que aparece con mayor frecuencia en el verano, debido a la exposición prolongada al sol, pero también ocurre por esta causa durante el invierno. Produce dolor y quemazón en el labio. Luego aparecen vesículas o ampollas que se transforman en úlceras y costras. El cuadro se resuelve en siete u ocho días y, algunas veces, se acompaña de un aumento del tamaño de los ganglios vecinos al lugar de las lesiones.
Esto puede deberse a otros factores además del sol, entre ellos, el estrés, la fiebre causada por una enfermedad infecciosa y la menstruación. Algunas personas tienen uno o dos episodios al año, mientras que otras los repiten con mayor frecuencia.
CADA VEZ SE REGISTRAN MÁS TRANSFORMACIONES MALIGNAS, COMO CARCINOMAS O MELANOMAS
Para aquellas personas con herpes labial recurrente, la exposición solar además del esperado bronceado puede precipitar la aparición de lesiones. Lo importante es no angustiarse y saber convivir con él. Si bien no existe un tratamiento curativo, puede aliviarse o prevenirse con los antivirales en dosis bajas y muy bien toleradas. La medicación actual permite acelerar la cicatrización de las lesiones, y el tratamiento supresivo consiste en administrar antivirales a diario durante períodos prolongados para evitar nuevos episodios.
Si el brote no pudo prevenirse, además de evitar las situaciones que favorecen el contagio, es importante lavarse las manos con frecuencia. Una higiene adecuada puede eliminar el riesgo de propagar la infección hacia otras áreas del propio cuerpo, como los ojos.