La Toscana enamora, encanta, fascina. Sus paisajes, pueblos, ciudades, gastronomía y vinos tienen encanto, cautivan.
Andar por las rutas toscanas conlleva enamorarse a cada paso. Cada lugar, cada rincón merece ser fotografiado, inmortalizado. Las retinas retienen imágenes inolvidables, encantadas, llenas de colores y belleza.

Sin duda, pensar en La Toscana es pensar en ciudades con historia, con tradición, con acervo cultural. Florencia es una ciudad encantada. Recorrer sus calles nos reasegura que gran parte de la historia transcurrió allí. Obras de arte esculpidas en mármol están exhibidas en sus plazas, turistas y locales pueden disfrutarlas sólo con caminar alrededor del centro histórico. Dentro de la Galería de la Accademia, está EL símbolo de arte en Florencia, poder ver el David en persona es emocionante, cautivante, inolvidable. La Galería además ofrece una exposición permanente y otras itinerantes que son dignas de dedicarles tiempo y atención. El Ponte Vecchio es otro icono Florentino, símbolo del romanticismo que inunda la ciudad y puente de piedra más antiguo de Europa. Sus típicas casas colgantes, anteriormente ocupadas por matarifes y en la actualidad por orfebres y joyeros son una postal típica de Florencia. Su catedral, el baptisterio, la plaza del Duomo, todos son citas impostergables.

Fuera de los muros de la ciudad, a unos pocos kilómetros se puede visitar el pueblo medieval de San Gimignano o pueblos que parecen detenidos en el tiempo como Montepulciano con sus calles empedradas, sus subidas empinadas y todo el pintoresquismo de una típica ciudad Toscana, sus casas, locales, restaurantes y cafés invitan a pasar y disfrutar las vistas que ofrecen.
Otro pueblo digno de visitar es Montalcino, sus calles peatonales están llenas de historia y encanto. La zona es famosa por sus vinos. Mi corazón de Sommelier pudo más durante mi visita a Toscana y visité una pequeña bodega (cantina en italiano), donde también tuve la suerte de alojarme ya que es una encantadora hacienda agrícola con pocas habitaciones, atención personalizada y hermosas vistas de la zona. El joven matrimonio argentino conformado por Agustin Sabaté y Fernanda Araneo regentean este acogedor reducto.

Las uvas provienen de distintos cuarteles. Los vinos Brunello se elaboran con uvas que provienen de dos viñedos distintos: Vigna Vecchia y Fornace, estas son viñas de entre 30 y 35 años de antigüedad ubicadas a 450 metros sobre el nivel del mar que tienen plantadas las variedades Trebbiano, Malvasia y Sangiovese. Los Brunello se comercializan en 12 países entre los que se destacan China, Japón, Australia, Estados Unidos y Canadá.
Le Ragnaie cuenta con dos mesas de selección manual en las que seis personas se aseguran la utilización de uvas de calidad.
Durante mi visita a la bodega bajo la guía de Agustín Sabaté, pude ver los tanques de cemento donde maceran los vinos durante 15 a 18 días para la línea Chianti, 25 a 28 días para la línea Rosso y entre 45 y 50 días para los Brunello, símbolo imborrable de la zona de Montalcino.

Con la guía de Agustín, quien está al frente de la bodega desde hace diez años, pude degustar vinos de las distintas líneas y añadas que se elaboran en Le Ragnaie: su vino Chianti 2012 está elaborado 100% con uvas Sangiovese y a la vista presenta un color rojo rubí, en nariz se pueden detectar aromas a moras algo cocidas y dejos torrefactos típicos de su paso por madera. En boca tiene una acidez viva con taninos que marcan su presencia y una persistencia gustativa media.


Visitar la Toscana es enamorarse de su gente, de sus paisajes, de sus comidas y sus vinos. Todavía no la conocés? A comenzar a hacer las valijas y planear este recorrido que promete puro disfrute y placer!
Fernando Armesto es sommelier profesional bilingüe. Docente y graduado en la Escuela Argentina de Vinos (EAV) reparte su tiempo guiando catas en Inglés y Castellano en forma freelance para distintas bodegas. Ante cualquier consulta, podés contactarte con él a: fernandoarmestosommelier@sentiargentina.com